domingo, 13 de septiembre de 2015

Datación interna

Antes de comenzar con el desarrollo histórico de la época mesopotámica veo adecuado tratar el tema de la datación interna, puesto que es uno de los conceptos que, muchas veces, los aficionados a la historia olvidamos.

La término de datación interna hace referencia a los parámetros de segmentación y medida del tiempo que se han usado dentro de una determinada cultura por los mismos protagonistas de la época, es decir, la forma en la que, en este caso, los antiguos mesopotámicos medían el tiempo.

Es importante destacar que, a diferencia de nuestra cultura contemporánea en la que es cotidiano el uso de vocablos concretos que hacen referencia al tiempo, en la antigua cultura mesopotámica no existían puesto que su manera de concebir el paso del tiempo era distinta a la de nuestra cultura actual. Para el pueblo mesopotámico el único período de importancia era el pasado, puesto que se consideraba al presente y al futuro como productos de sus actos que tenían una dependencia total con el pasado.

De esta manera, podemos entender la existencia de dos memorias colectivas acerca del pasado:
        -  Pasado como causa del presente: los hechos vienen determinados por los actos pasados.
        -  Pasado como garante político del presente: los monarcas se determinan por sus ancestros.

Así mismo, también creían en que el destino estaba dictado por los dioses y en la existencia de maldiciones que pueden llegar a determinar la familia monárquica imperante en el momento, siendo ambos hechos un refuerzo al hecho de no darle importancia ni al presente ni al futuro, ya que estos escapan de su control y sus actos no los determinan.

En la próxima entrada desarrollaremos los métodos de medición del tiempo de las tres principales culturas del Próximo Oriente, Mesopotamia, Babilonia y Asiria.
¡Hasta la semana que viene!

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Bibliografía:
San Martín, Joaquín y Serrano, Jose Miguel, Historia antigua del Próximo Oriente: Mesopotamia y Egipto, Akal, 2003.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Marco geo-humano del Próximo Oriente

Esta primera entrada del blog va a estar dedicada a Mesopotamia, una de las primeras civilizaciones de la historia de la humanidad. Además, esta entrada formará parte de una serie introductoria que será común en los diferentes temas que tratemos a fin de ofrecer información adicional al desarrollo histórico; no podemos olvidar que la historia no son solo hechos aislados de personajes importantes, sino que también hay una sociedad detrás con una determinada manera de vivir y con un emplazamiento geográfico que, en numerosas ocasiones, es determinante para el desarrollo social de una comunidad.

De esta manera, podemos empezar hablando de la localización geográfica, hablamos de un territorio que se encontraba entre dos ríos, el Tigris y el Éufrates, los cuales permitieron la temprana formación de una civilización. Además, quería utilizar esta primera entrada para situar geográficamente el territorio sobre el que tendrán lugar todas las entradas que se realicen sobre Mesopotamia, ya que muchas veces olvidamos que los hechos históricos suceden en lugares físicos.

Durante el III milenio manejaremos un mapa cuyo centro será Babilonia:

Mapa de Mesopotamia durante el III milenio
En el norte observamos el territorio de Akkad que se encuentra en la parte superior de la Baja Mesopotamia. Del nombre del país deriva uno de los idiomas más conocidos de esta época, el acadio. Por otra parte, algunas de las ciudades más importantes de este territorio son Kiš, Sippar y Babilonia, la cual será la capital de Mesopotamia en el segundo milenio.

Por otra parte, en el sur encontramos Súmer, sin duda, uno de los más conocidos territorios de Mesopotamia, quizá por el idioma que se habló allí hasta finales del III milenio, el sumerio. Era una zona pantanosa formada por un gran número de pequeñas comunidades entre las que cabe destacar Ur, Uruk o Lagaš, puesto que serán las ciudades en las que tengan lugar los acontecimientos históricos más importantes, tal y como podremos ver más adelante en próximas entradas.

Por último, al este y al oeste, tenemos los territorios de Amurru y Elam que mantendrán relaciones comerciales con las dos principales ciudades mesopotámicas.

Si avanzamos en el tiempo, nos encontraremos con que, durante el II y el I milenio, el territorio ha cambiado notablemente, ya que, aunque el centro sigue siendo Babilonia, ésta ya no es la pequeña concentración del III milenio, si no que ahora es uno de los territorios más extensos de Mesopotamia, el Imperio Babilónico:

Mapa de Mesospotamia durante el II y el I milenio
En el norte, ahora, observamos un nuevo territorio, Asiria, que se encuentra en la Alta Mesopotamia y que depende de la lluvia para sus labores agrícolas, por lo que es un pueblo algo más nómada y de carácter guerrero que además estará en contacto continuo con los hurritas.

Por su parte, en el sur se extiende Babilonia que ha crecido notablemente y ahora se incluyen dentro de sí los territorios de Súmer y Akkad, ambos núcleos culturales y comerciales del gran estado de Babilonia, y que además cuentan con un modo de vida basado en la agricultura, en la recolección de dátiles, cebada y en la fabricación de cerveza.

Así, hemos realizado un breve recorrido por el medio geográfico y hemos podido observar los pequeños cambios que tienen lugar en éste; lo que nos permitirá, en futuras entradas, entender mejor los acontecimientos históricos que tuvieron lugar aquí.

En la próxima entrada trataremos el tema de la datación interna en la Época Mesopotámica 
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Bibliografía:

San Martín, Joaquín y Serrano, Jose Miguel, Historia antigua del Próximo Oriente: Mesopotamia y Egipto, Akal, 2003.